Preguntas frecuentes
¡Hola! Gracias por pasar por este rincón de Dudas con corazón.
Aquí encontrarás respuestas sencillas, reales y contadas desde la experiencia, sobre convivencia, educación y bienestar canino.
No hay recetas mágicas, pero sí mucha verdad, cariño y aprendizaje compartido.
Tu perro y tú estáis en el lugar perfecto para empezar a entenderos mejor.
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Es una forma de educar basada en la confianza, no en el castigo.
No se trata de que el perro obedezca, sino de que aprenda a entendernos y nosotros aprendamos a entenderlo.
La educación respetuosa mira al perro como un ser que siente, piensa y tiene necesidades emocionales.
Educar así es construir una relación, no imponer una norma. -
Sí, y muchas.
Sienten alegría, miedo, frustración, sorpresa, calma e incluso tristeza.
No lo expresan igual que nosotros, pero lo viven con la misma intensidad.
Por eso es tan importante aprender a leer su lenguaje corporal y ofrecerles seguridad.
Cuando los escuchas de verdad, la convivencia cambia por completo. -
Desde el primer día que llega a casa.
Aunque, en realidad, el aprendizaje empieza desde que nace.
Su madre y sus hermanos le enseñan las primeras normas del mundo canino: a esperar su turno, a controlar la mordida, a comunicarse.
Educar no es enseñar órdenes, es acompañar su desarrollo.
Cada experiencia —un olor nuevo, un paseo, un encuentro— le enseña algo.
Cuanto antes empieces a guiarlo con calma, más fuerte será vuestro vínculo. -
Lo primero: no te culpes.
Un perro no se porta “mal” porque quiera fastidiarte, sino porque no sabe cómo hacerlo mejor.
Los problemas de comportamiento suelen ser señales: de miedo, inseguridad, aburrimiento o falta de comunicación.
Buscar ayuda profesional no es rendirse, es cuidar del vínculo.
En Corazón Canino trabajamos desde la observación, el respeto y el sentido común. -
Es todo lo que un perro hace por instinto: olfatear, correr, ladrar, morder, escarbar…
No son errores ni desobediencia, son formas de ser perro.
Nuestro papel es ofrecerles espacios y rutinas donde puedan expresarse sin frustración.
Cuando un perro puede ser perro, todo fluye mejor. -
Porque está aprendiendo con la boca.
Durante los primeros meses explora el mundo así: muerde para jugar, para calmarse, para descubrir.
Tu papel no es enfadarte, sino enseñarle a regular.
Ofrecerle descanso, mordedores adecuados y límites con calma.
La calma se enseña desde la calma. -
Mucho menos de lo que solemos pensar.
Lo que más necesita no es cansarse físicamente, sino aprender a gestionar la excitación y el descanso.
Un paseo corto con exploración, olfato y momentos tranquilos vale más que una carrera sin sentido.
El equilibrio entre estímulo y calma es la clave. -
Pregúntate antes si te está entendiendo.
Muchas veces no es falta de obediencia, sino exceso de ruido, estrés o poca conexión.
La llamada, la atención y la cooperación se construyen poco a poco, con refuerzos, juego y vínculo.
No se trata de que “te obedezca”, sino de que quiera escucharte. -
Empieza por enseñarle a estar tranquilo contigo.
La soledad se entrena paso a paso, sin prisas ni castigos.
Deja que asocie el hecho de quedarse solo con algo positivo: una rutina, un lugar cómodo, algo que masticar.
Y recuerda: un perro tranquilo no es un perro resignado, es un perro seguro. -
Solo ganas de entender a tu perro y de disfrutar del proceso.
No necesitas experiencia previa.
Aquí encontrarás herramientas prácticas, ejemplos reales y acompañamiento para vivir esta etapa con calma, respeto y alegría. -
El adiestramiento busca que el perro aprenda conductas concretas.
La educación va más allá: se centra en construir convivencia, comunicación y equilibrio emocional.
Un perro educado sabe comportarse porque confía, no porque tema equivocarse. -
Empieza por observarlo.
Mira sus orejas, su cola, su respiración, su mirada.
Cada gesto cuenta algo.
Hablar el mismo idioma no es usar palabras, es aprender a escuchar con el corazón. -
Los que despiertan sus sentidos y su mente.
Juegos de olfato, búsqueda, exploración y mordida controlada.
Evita el exceso de excitación y busca actividades que lo ayuden a relajarse y disfrutar contigo. -
Es esa conexión invisible que nace del tiempo compartido, la calma y la coherencia.
No se impone, se construye cada día con presencia y confianza.
El vínculo no se enseña, se siente. -
Primero, escucha el porqué.
El ladrido no siempre es un problema; muchas veces es su forma de comunicarse.
Hay ladridos de miedo, de frustración, de advertencia o de emoción.
Comprender la causa es el primer paso para acompañar la conducta. -
Dale tiempo.
Los perros adoptados traen historia, y necesitan sentir que esta vez pueden confiar.
Rutinas, calma, paseos sin presión y mucha paciencia.
No quieras hacerlo todo en una semana. El vínculo se teje despacio. -
Puede ser por estrés, por el entorno o por exceso de estímulos.
A veces solo necesita tranquilidad.
Evita insistir o cambiar de comida constantemente.
Primero revisa su bienestar emocional y físico: el apetito también habla de cómo se siente. -
No lo fuerces.
El miedo no se vence, se acompaña.
Dale espacio, seguridad y experiencias graduales.
Cada vez que no lo presionas, le enseñas que puede confiar en ti.